Esta columna fue publicada originalmente por El Nuevo Día el 17 de diciembre de 2021
A medida que el año 2021 llega a su fin y celebramos las festividades, también debemos contemplar los objetivos alcanzados durante este año, así como los retos que nos esperan del 2022 en adelante.
Este año, Puerto Rico ha dado pasos significativos para reestructurar gran parte de la deuda que no estaba reestructurada aún. El Plan de Ajuste propuesto, que reduce en un 80% las reclamaciones contra el gobierno, está ahora en manos del tribunal. Se espera que la jueza Laura Taylor Swain, del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Puerto Rico, decida pronto si confirma el plan, lo que significaría que el gobierno de Puerto Rico podría dejar atrás la quiebra pronto.
Próximamente, la Junta de Supervisión y Administración Financiera afrontará la deuda restante de la Autoridad de la Energía Eléctrica de Puerto Rico y de la Administración de Carreteras y Transportación.
En este momento crítico, y con la llegada de cuantiosos fondos federales para ayudar a la reconstrucción en curso de Puerto Rico, es necesario formular varias preguntas: Ahora que las constricciones de la quiebra ya no frenan a Puerto Rico, ¿cuál es la mejor manera de proceder? ¿Cómo podemos garantizar que Puerto Rico no vuelva a caer en las mismas prácticas que lo llevaron a la quiebra en primer lugar?
La respuesta a estas y otras preguntas similares puede resumirse con frases trilladas como “desarrollo económico”, “responsabilidad fiscal” y “plena responsabilidad”. Pero ¿qué implican exactamente estos conceptos? En esencia, se reduce a cambiar la forma en que visualizamos el futuro y concertar suficiente voluntad colectiva para hacer lo que es correcto para Puerto Rico.
En particular, tenemos que pensar en dónde queremos que esté Puerto Rico en las próximas décadas. No podemos tomar decisiones solo para hoy. Tenemos que asegurarnos de que la quiebra quede atrás, y necesitamos una coalición que incluya a individuos de los sectores empresariales, sin fines de lucro y académicos, así como del gobierno, para alcanzar un consenso y poner de manifiesto dónde queremos que esté Puerto Rico en los próximos 10 o 20 años.
Para lograrlo, tenemos que poner manos a la obra. Una vez que Puerto Rico se desprenda del ancla de la quiebra, los líderes locales deben elaborar una estrategia de revitalización económica sostenible a largo plazo que vaya más allá de la afluencia inmediata de fondos federales.
La Junta de Supervisión no fiscaliza los fondos federales, pero hará todo lo posible por apoyar las inversiones estratégicas en Puerto Rico y su revitalización económica a fin de garantizar que la Isla tenga un cimiento inquebrantable de aquí en adelante.
La Junta de Supervisión y Administración Financiera para Puerto Rico, de la que soy miembro, se reunirá hoy en la ciudad de Nueva York para dialogar con los líderes de varias agencias que están en el foco del desarrollo económico sus ideas y planes sobre cómo será el futuro de Puerto Rico, qué camino tomaremos para llegar a él – y cómo construiremos ese camino de forma sostenible, juntos.