Ensayo: Salud Pública y el COVID-19

Mientras Puerto Rico se dirige a reabrir la economía, el gobierno debe hacer todo lo que esté en sus manos por evitar o reducir las causas y efectos de una segunda ola de contagios, desarrollando así capacidades de prevención inteligentes. Esto implica mantener la mayor cantidad de personas contagiadas en aislamiento para evitar o minimizar nuevos contagios que podrían sobrecargar el sistema de salud. Por lo tanto, es fundamental que el gobierno fortalezca su infraestructura de salud pública, en especial lo relacionado a la investigación/epidemiología, las estadísticas y la preparación/respuesta a la emergencia. Mantener actualizada la información de la salud pública es el ingrediente esencial para que el Gobierno pueda ejercer bien sus funciones y la clave para que el proceso de toma de decisiones respecto a la salud pública sea eficaz.

Recientemente, la Casa Blanca reveló sus Guidelines for Opening Up America Again (Guías para Reabrir Estados Unidos), un enfoque en tres fases suscrito por los expertos en salud pública, para ayudar a los funcionarios locales y estatales a la hora de reabrir sus economías. Dado que es una responsabilidad del Estado, la Casa Blanca enumera una serie de condiciones basadas en datos que cada estado debe cumplir antes de proceder a la reapertura por fases:

  • La capacidad para establecer lugares seguros y eficientes para la realización de pruebas a pacientes sintomáticos de forma rápida, así como rastrear los contactos de los pacientes que arrojen resultados positivos al COVID-19;
  • La capacidad para realizar pruebas de COVID-19 a personas identificadas como sindrómicas, y rastrear los contactos de las que arrojaron positivo;
  • Asegurarse que los lugares de vigilancia centinela estén realizando pruebas para casos asintomáticos y que se estén rastreando los contactos de los casos que arrojan positivo al COVID-19;
  • Monitorear las condiciones y tomar acción rápida para limitar y mitigar cualquier recaída o brote, reiniciando así una fase o regresar a una fase anterior, dependiendo de la gravedad del brote.

Al momento, el Gobierno carece de la infraestructura de datos para cumplir con gran parte de estas condiciones. Según el Instituto de Estadísticas, hubo deficiencias en la recopilación de datos y problemas con la calidad de una tercera parte de los resultados de las pruebas de COVID-19, de los cuales se pueden corregir solo unos pocos. En algunos casos, falta la edad, género y direcciones de los pacientes y no hay manera de recuperar esa información. Fue mediante estos reportajes noticiosos que muchos en la isla se enteraron de que la agencia había mezclado los resultados de las pruebas moleculares -que confirman que una persona tiene el virus- con los resultados de las pruebas serológicas o “kits de pruebas rápidas” -que no se deben utilizar para informar sobre el estatus de la infección-. El actual Secretario de Salud ha admitido en varias ocasiones que los datos relacionados con COVID-19 en la isla no son totalmente certeros. Como resultado de todas estas fallas, se ha demorado la obtención de información vital sobre el alcance del brote, lo que obstaculiza la toma de decisiones.

Los sistemas de vigilancia son la piedra angular de la respuesta de salud pública durante las emergencias, ya que proporcionan a las autoridades de salud pública a nivel nacional e internacional la información que necesitan para planificar y coordinar esfuerzos para controlar estas enfermedades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define vigilancia de salud pública como “la recopilación, análisis e interpretación continua y sistemática de los datos relacionados con la salud necesarios para la planificación, implementación y la evaluación de la práctica de salud pública” y le llama “la piedra angular de la respuesta al brote y la epidemia”. Responder con eficacia a las emergencias de salud pública, como lo amerita el COVID-19, requiere información certera y puntual. Aún después de que haya pasado la crisis, todos los países necesitarán establecer actividades de vigilancia extraordinarias para poder responder a futuros brotes.

En Puerto Rico, la vigilancia de las enfermedades se ve limitada por la falta de coordinación de estas actividades por el Departamento de Salud. Muchos sistemas de vigilancia operan como instrumentos independientes, enfocados en los procesos de datos internos, en vez de formar parte de un esquema abarcador de salud pública. Por ejemplo, los sistemas de vigilancia de la influenza, de enfermedades transmitidas por vectores y de enfermedades crónicas funcionan por separado y no forman parte de ninguna arquitectura de sistemas integrados. Esto evita que el departamento desarrolle rápidamente estrategias de control y prevención de enfermedades, que son críticas para responder a pandemias como la del COVID-19. Dada la falta de información puntual y de inteligencia sobre enfermedades, el equipo de bioseguridad se ha visto forzado, con regularidad, a crear sistemas y protocolos nuevos para recopilar y analizar los datos nuevos durante las emergencias, lo que interrumpe aún más los esfuerzos de coordinación del Departamento.

Múltiples sistemas para producir informes, líneas de mando dudosas en caso de brotes de enfermedades, la integración deficiente de los laboratorios de los sistemas de salud pública y la falta de participación entre los proveedores privados de servicios de salud se han combinado para complicar aún más los esfuerzos de vigilancia en Puerto Rico. Estos problemas existen en otros lugares, pero son más graves en Puerto Rico. En los pasados cuatro años, Puerto Rico ha enfrentado cuatro emergencias de salud pública, y la falta de datos con respecto a la salud pública es una de las causas de un manejo de emergencias deficiente. Esto ha quedado en evidencia durante la pandemia que hoy nos azota, y durante la cual el Gobierno ha sido incapaz de producir datos de manera puntual y lo suficientemente confiables para tomar decisiones informadas.

La vigilancia en Puerto Rico también está obstaculizada por los enlaces inciertos entre la recopilación, el análisis de datos y la respuesta. Algunos de los sistemas de información para producir informes están obsoletos y a menudo no proporcionan datos que se puedan usar para tomar decisiones a largo plazo en cuanto al manejo de control de enfermedades, aunque hayan sido diseñados para esos fines. También hay otros problemas con la gobernanza de información, con unidades dentro del mismo Departamento que utilizan diferentes estándares, formatos y métodos para recopilar y registrar datos. De igual forma, las estadísticas vitales del Registro Demográfico no se entregan en tiempo real a los distintos sistemas de vigilancia de enfermedades del Departamento. Esto dificulta llevar a cabo investigaciones eficientes sobre diferentes enfermedades, algo que podría agilizar los análisis de tendencias de los brotes cuando ocurren.

En 2012, la Ley para la Administración e Intercambio Electrónico de Información de Salud de Puerto Rico (Ley 40 de 2012) creó la Red de Información de Salud a fin de interconectar los sistemas de información que utilizan los médicos, laboratorios, hospitales y el Departamento. Esa red hubiera permitido el intercambio electrónico de expedientes médicos entre todos los proveedores de cuidados de salud y enviado alertas en tiempo real al Departamento para monitorear cualquier amenaza de salud pública. Pero según un informe reciente del Centro de Periodismo Investigativo, el sistema de redes de información hubiera costado más de $7.7 millones en fondos federales y aún no se ha implementado.

En resumen, los sistemas de vigilancia de enfermedades están obstaculizados por sistemas fragmentados y desorganizados de información, por la falta de coordinación y la gobernanza inadecuada de los datos y estadísticas del Departamento.

Como resultado de estas deficiencias, la Unidad de Epidemiología e Investigación al momento carece de la capacidad para llevar a cabo investigaciones exhaustivas sobre la pandemia, lo que en última instancia afecta la estabilidad y precisión de las estadísticas que produce el Departamento. Conforme a las conversaciones con sectores de interés locales, el reclutamiento y adiestramiento inadecuado de personal limitan la capacidad para operar del Departamento. Solo hay unos pocos trabajadores de la agencia que poseen las destrezas epidemiológicas y estadísticas que hacen que el CDC en EE. UU. sea tan eficiente en aclarar y resolver los desafíos de enfermedades infecciosas. Dado el tamaño del presupuesto del Departamento, evidentemente los sistemas de vigilancia, los datos y estadísticas no han sido la prioridad para la agencia.

Por lo tanto, el Gobierno debe transformar y modernizar los sistemas de vigilancia de la isla, adelantar mejoras de la forma más rápida posible e inspirar confianza entre sus grupos interesados y residentes de la Isla. Se deben realizar estos esfuerzos para consolidar la vigilancia de la salud pública y la infraestructura de la información para que formen parte de un sistema integrado. Mientras algunos sistemas de información en el Departamento pueden continuar existiendo, estos sistemas deben estar coordinados, interconectados, ser comparables y fáciles de usar. Además, se deben establecer procedimientos uniformes de operaciones (SOP) para las actividades principales de vigilancia y respuesta; desarrollar las capacidades de los equipos de respuesta rápida del Departamento y enlazar dichas estructuras con el manejo de emergencias del Gobierno. Esto reforzará la utilidad de los sistemas de vigilancia.

Modernizar los sistemas de vigilancia de salud pública en la isla debe ser la principal prioridad del gobierno. La cantidad reducida de personal disponible para respaldar estos esfuerzos en el Departamento de Salud será un factor fundamental que limitará el avance del sistema. Por eso se deben explorar otras estrategias para ampliar la capacidad del Departamento. Algunas de estas pueden involucrar adiestramiento exhaustivo de empleados, programas de internados para estudiantes subgraduados y graduados, programas de mentores para empleados nuevos o ampliar la participación en programas de adiestramiento en epidemiología de campo. El gobierno también puede explorar nombramientos en destaque de personal del gobierno federal mediante el Intergovernmental Personnel Act Mobility Program (Programa de movilidad de la Ley de personal intergubernamental) o invitar a científicos/ingenieros a trabajar en el Departamento por conducto de la National Science Foundation (Fundación Nacional de Ciencias).

Recientemente, la Junta de Supervisión envió una carta a la Gobernadora instando al gobierno a ser consciente y estratégico con los $2,200 millones que recibió del Congreso para financiar gastos no presupuestados relacionados con la pandemia del coronavirus. Una de las áreas sugeridas por la Junta de Supervisión fue en torno a los sistemas de vigilancia. Dadas las implicaciones que pueden tener sobre nuestra economía, debemos instar al gobierno a invertir parte de estos fondos en modernizar la infraestructura de vigilancia en el Departamento de Salud. A continuación, algunas de las áreas que se pueden beneficiar significativamente a partir de estas inversiones estratégicas:

  • Desarrollar un plan estratégico para proporcionar una infraestructura sólida de datos de salud pública en aras de respaldar aquellas políticas públicas que se basan en datos;
  • Un nuevo sistema de vigilancia de salud pública integrado de primer orden a nivel isla que integre la infraestructura del sector privado para simplificar, estandarizar y automatizar la manera de preparar informes sobre enfermedades que requieren una notificación obligatoria, con el propósito de viabilizar la detección temprana y la evaluación rápida;
  • Acelerar el uso de herramientas y enfoques emergentes para mejorar la disponibilidad de datos de vigilancia de calidad y de manera puntual;
  • Realzar las operaciones epidemiológicas de campo para prevenir, contener y controlar las enfermedades infecciosas (p. ej., redes de alta tecnología para el rastreo de infecciones, lo que mejora la productividad de los rastreadores de contacto humano);
  • Migrar la infraestructura existente de informática hacia las herramientas de código abierto y servicios de la nube cibernética, a fin de asegurar la disponibilidad y flexibilidad continua, así como modelar y unir las diversas fuentes de información en un conjunto de datos que cumpla con las directrices para el análisis y la visualización. La tecnología basada en la nube y las herramientas de análisis permiten al gobierno compartir fácilmente la información con los proveedores de servicios de salud y los grupos de interés esenciales;
  • Expandir las capacidades en cuanto a la manera de preparar informes electrónicos de casos para extraer datos no procesados de los Expedientes Clínicos Electrónicos (EMR, en inglés) de los proveedores para comunicar automáticamente los resultados al Departamento de Salud. Los sistemas de vigilancia emergentes pueden escanear automáticamente los datos que se registran rutinariamente en los EMR durante los cuidados de salud en las clínicas;
  • Integrar la tecnología de sistemas de información geográfica (GIS, en inglés) para generar mapas y análisis geoespaciales de las condiciones de las enfermedades en zonas geográficas específicas. GIS ha surgido como una tecnología práctica muy poderosa basada en la evidencia para la detección temprana y la respuesta oportuna a un brote de alguna enfermedad.

Estas inversiones serían vitales en la lucha contra el coronavirus y las pandemias futuras. Asimismo, para poder ayudar a respaldar los esfuerzos de modelar y predecir el flujo de la pandemia, las bases de datos amplias (“big data”), el aprendizaje automático (“machine learning”) y demás tecnologías que puedan analizar rápida y eficazmente la información con el fin de ayudar al gobierno a descifrar la mejor preparación y respuesta a esta y futuras pandemias.

Construir una infraestructura sólida de seguridad en la salud conduce a la innovación y las colaboraciones en todos los niveles de la salud pública, la coordinación entre las agencias de gobierno y a numerosas alianzas público-privadas. Por tanto, el Departamento de Salud debe trabajar con otras entidades gubernamentales como el Instituto de Estadísticas, los programas académicos y las organizaciones sin fines de lucro, como CienciaPR, para garantizar que la arquitectura del sistema esté diseñada adecuadamente y que haya progreso en todas estas inversiones. De no lograrlo, pone en riesgo perpetuar accidentalmente los mismos silos de datos que están provocando muchos de los problemas durante esta pandemia. Mientras trabajamos en favor de una buena recuperación, debemos sentar las bases para asegurarnos de estar más fuertes, rápidos y adaptables para la próxima pandemia.

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